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Especial Día del Libro: “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury
Especial Día del Libro: “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury
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5 años 2 meses antes - 5 años 1 mes antes #45
por club-lectura
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Especial Día del Libro: “Fahrenheit 451”, de Ray Bradbury Publicado por club-lectura
Coincide nuestro segundo post del mes de abril con el “Día Internacional del Libro”, y para celebrarlo como se merece traemos un clásico de la defensa de la lectura y del libro (si es que de algo hay que defenderlos). Publicado en 1953, Ray Bradbury, su autor, lo concibió como una distopía aunque muy condicionada por hechos históricos de su época: la caza de brujas del senador norteamericano McCarthy (1950) y las bombas atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial (1945).
Como buen clásico, no ha perdido actualidad, quizá porque la historia del hombre se repite cíclicamente en muchos aspectos (aunque ingenuamente pensemos que somos los primeros), entre ellos el “pan y circo” frente al que se rebela una minoría que no se deja aborregar e intenta pensar por sí misma con los medios que tiene a su alcance, como puede ser la lectura. No me puedo resistir a transcribir estas líneas de Fahrenheit 451: “Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por esas cosas”.
El argumento es bien conocido por todos: con una visión profética, en un mundo en el que caminar por las calles está prohibido, las pantallas de televisión ocupan paredes, unos auriculares transmiten a todas horas una insípida corriente de música y noticias, además de anuncios, los coches en la avenidas corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a los peatones y el cuerpo de bomberos, ayudados por un Sabueso Mecánico, rastrea y elimina a todo aquel que conserva y lee libros. Pero unos cuantos, entre ellos el protagonista, el bombero Montag, han escapado y llevan consigo sus libros, de la única manera que no se los podrán quitar para destruirlos: en su memoria. Son las personas-libro, que actúan no sólo como salvaguarda de los libros antes de que desaparezcan (ahora que está tan de moda hablar de soportes, éste sería uno que entroncaría con los comienzos de la literatura, es decir, la literatura oral), sino como identificación total del lector con la obra (“cada vez que abres un libro, la persona salta afuera y se convierte en ti”).
El genial prólogo (en otras ediciones es posfacio) titulado Fuego brillante, nos da bastantes claves para entender la vida del autor y su relación pasional con los libros, las bibliotecas y las librerías , a los que dedicó gran parte de su producción literaria. Me encanta cuando dice “todas las mujeres de mi vida han sido profesoras, bibliotecarias y libreras”. También nos da pistas sobre el tipo de escritura que practica cuando afirma “Yo soy un escritor apasionado, no intelectual”, y eso se nota en el estilo rápido, directo, sin demasiadas florituras. De hecho, después de escribir relatos desde los doce años, esta es su primera novela de una cierta entidad, y tampoco es que sea muy extensa.
Pero sobre todo me parece certero cuando dice (y esto hace ya más de sesenta años): “porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan un mundo a través de la MTV (…), si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?”. Quizá hoy en día, cuando más se lee, cuando el acceso a los libros y la lectura es más fácil para todos, cuando la información parece que está a un golpe de click, es bueno reflexionar sobre los beneficios y el fomento de la lectura, como han hecho Elena Medel y Alberto Manguel (muy interesante la idea de este último de que en vez de fomentar la lectura, nos debemos preguntar por qué la lectura ha perdido su antiguo prestigio), este fin de semana en dos magníficos artículos. Porque libros hay tantos, que es difícil distinguir la paja del grano, y aunque cada uno está en su derecho de leer lo que más le gusta, es bueno recordar y leer a autores como Ray Bradbury : “en otro tiempo los libros atraían la atención de unos pocos, aquí, allá, en todas partes. Podían ser distintos. Había espacio en el mundo. Pero luego el mundo se llenó de ojos, y codos, y bocas. Doble, triple, cuádruple población. Películas y radios, revistas, libros descendieron hasta convertirse en una pasta de budín, ¿me entiendes?”. Tenemos, pues, que bucear entre esa pasta de budín para encontrar lecturas que de verdad valgan la pena, y para eso contamos, entre otras, con ayudas como este Club de Lectura, espero, y el estupendo y siempre recomendable programa de la televisión pública Página 2 que en su última entrega nos recomienda libros que en verdad no son “pasta de budín”, sino todo lo contrario, y que podemos comprar o regalar en este Día del Libro.
Os dejo el texto completo de Fahrenheit 451 (en pdf y txt sólo si estáis registrados) así como los otros libros de y sobre Ray Bradbury que tenemos en la Biblioteca.
Para terminar, os deseo un muy feliz Día del Libro en compañía de vuestras lecturas más queridas (entre las que esperamos encontrarnos)
Como buen clásico, no ha perdido actualidad, quizá porque la historia del hombre se repite cíclicamente en muchos aspectos (aunque ingenuamente pensemos que somos los primeros), entre ellos el “pan y circo” frente al que se rebela una minoría que no se deja aborregar e intenta pensar por sí misma con los medios que tiene a su alcance, como puede ser la lectura. No me puedo resistir a transcribir estas líneas de Fahrenheit 451: “Si no quieres que un hombre sea políticamente desgraciado, no lo preocupes mostrándole dos aspectos de una misma cuestión. Muéstrale uno. Que olvide que existe la guerra. Es preferible que un gobierno sea ineficiente, autoritario y aficionado a los impuestos, a que la gente se preocupe por esas cosas”.
El argumento es bien conocido por todos: con una visión profética, en un mundo en el que caminar por las calles está prohibido, las pantallas de televisión ocupan paredes, unos auriculares transmiten a todas horas una insípida corriente de música y noticias, además de anuncios, los coches en la avenidas corren a 150 kilómetros por hora persiguiendo a los peatones y el cuerpo de bomberos, ayudados por un Sabueso Mecánico, rastrea y elimina a todo aquel que conserva y lee libros. Pero unos cuantos, entre ellos el protagonista, el bombero Montag, han escapado y llevan consigo sus libros, de la única manera que no se los podrán quitar para destruirlos: en su memoria. Son las personas-libro, que actúan no sólo como salvaguarda de los libros antes de que desaparezcan (ahora que está tan de moda hablar de soportes, éste sería uno que entroncaría con los comienzos de la literatura, es decir, la literatura oral), sino como identificación total del lector con la obra (“cada vez que abres un libro, la persona salta afuera y se convierte en ti”).
El genial prólogo (en otras ediciones es posfacio) titulado Fuego brillante, nos da bastantes claves para entender la vida del autor y su relación pasional con los libros, las bibliotecas y las librerías , a los que dedicó gran parte de su producción literaria. Me encanta cuando dice “todas las mujeres de mi vida han sido profesoras, bibliotecarias y libreras”. También nos da pistas sobre el tipo de escritura que practica cuando afirma “Yo soy un escritor apasionado, no intelectual”, y eso se nota en el estilo rápido, directo, sin demasiadas florituras. De hecho, después de escribir relatos desde los doce años, esta es su primera novela de una cierta entidad, y tampoco es que sea muy extensa.
Pero sobre todo me parece certero cuando dice (y esto hace ya más de sesenta años): “porque no hace falta quemar libros si el mundo empieza a llenarse de gente que no lee, que no aprende, que no sabe. Si el baloncesto y el fútbol inundan un mundo a través de la MTV (…), si la enseñanza primaria se disuelve y desaparece a través de las grietas y de la ventilación de la clase, ¿quién, después de un tiempo, lo sabrá, o a quién le importará?”. Quizá hoy en día, cuando más se lee, cuando el acceso a los libros y la lectura es más fácil para todos, cuando la información parece que está a un golpe de click, es bueno reflexionar sobre los beneficios y el fomento de la lectura, como han hecho Elena Medel y Alberto Manguel (muy interesante la idea de este último de que en vez de fomentar la lectura, nos debemos preguntar por qué la lectura ha perdido su antiguo prestigio), este fin de semana en dos magníficos artículos. Porque libros hay tantos, que es difícil distinguir la paja del grano, y aunque cada uno está en su derecho de leer lo que más le gusta, es bueno recordar y leer a autores como Ray Bradbury : “en otro tiempo los libros atraían la atención de unos pocos, aquí, allá, en todas partes. Podían ser distintos. Había espacio en el mundo. Pero luego el mundo se llenó de ojos, y codos, y bocas. Doble, triple, cuádruple población. Películas y radios, revistas, libros descendieron hasta convertirse en una pasta de budín, ¿me entiendes?”. Tenemos, pues, que bucear entre esa pasta de budín para encontrar lecturas que de verdad valgan la pena, y para eso contamos, entre otras, con ayudas como este Club de Lectura, espero, y el estupendo y siempre recomendable programa de la televisión pública Página 2 que en su última entrega nos recomienda libros que en verdad no son “pasta de budín”, sino todo lo contrario, y que podemos comprar o regalar en este Día del Libro.
Os dejo el texto completo de Fahrenheit 451 (en pdf y txt sólo si estáis registrados) así como los otros libros de y sobre Ray Bradbury que tenemos en la Biblioteca.
Para terminar, os deseo un muy feliz Día del Libro en compañía de vuestras lecturas más queridas (entre las que esperamos encontrarnos)
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Última Edición: 5 años 1 mes antes por club-lectura.
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