Almudena Grandes (1960-2021)
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2 años 10 meses antes - 2 años 10 meses antes #136
por club-lectura
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Almudena Grandes (1960-2021) Publicado por club-lectura
Comprueba que a las 18.41 del 27 de noviembre una amiga se lo dijo por whatsapp (todavía conserva la conversación). Fue un auténtico mazazo. No sabía nada de su enfermedad, ese día no había mirado mucho las redes sociales. Iba camino del teatro, no pudo saborear la obra, apenas casi meterse en la trama (y eso que le hacía especial ilusión por el tiempo que llevaba sin asistir a ninguna representación), su cabeza pensando en ella. Como si se me hubiera muerto una amiga, pensó, o una hermana mayor. Un referente.
Porque eso es lo que era para ella Almudena Grandes. A lo largo de los últimos veinte años, había leído y comprado prácticamente todos sus libros, empezando en 1991 con Las edades de Lulú (todo un acontecimiento literario para la España de la época y para la propia Almudena). Se lo regalaron cuando ganó un concurso de relatos local, y le encantó: literatura erótica… pero algo más. Ahí había filón. Siguió Te llamaré Viernes, que no recuerda que le gustara tanto pero a la que se promete volver tan pronto como pueda. Luego, ya en el verano del 94, apareció Malena, nombre de tango, y verdadera novela fundacional para ella. Recuerda que se la bebió prácticamente en un viaje en autobús a la playa. Por aquel entonces no leía a muchas mujeres, no como ahora, no había tantas que le interesaran; sus referentes, sus intereses, eran otros, y Almudena Grandes se le apareció como una revelación: escribía bien, contaba historias diferentes, y, además, parecía que estaban escritas para ella. Y, por si fuera poco, era guapa, muy simpática y decía cosas interesantes en la tele (inolvidable aquel Un paseo por el tiempo , con Julia Otero y su vestidito rosa, ambas tan jóvenes, tan risueñas – Almudena Grandes se acababa de enamorar, y se le notaba). A partir de entonces, iría desgranando una por una todas sus obras: Modelos de mujer (cómo olvidar uno de sus relatos, “El vocabulario de los balcones” , inspirado en ese poema de tan largo recorrido y que le prestó esa intro tan romántica –“Si alguna vez la vida te maltrata,/ acuérdate de mí, / que no puede cansarse de esperar / aquel que no se cansa de mirarte”), Atlas de geografía humana, Los aires difíciles (ahora se acuerda que la leyó con su hija de pocos meses en brazos y le supo a gloria después de un tiempo de sequía lectora por razones obvias), Castillos de cartón, Estaciones de paso… y El corazón helado, que la volvió a dejar con la boca abierta. Porque aquí, Almudena cambió de tercio y anticipó lo que sería su gran proyecto, como una continuación de su amado Galdós: contar la historia reciente de España en seis Episodios de una guerra interminable (Inés y la alegría, El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García, La madre de Frankenstein y Mariano en el Bidasoa). Ella se quedó en Las tres bodas de Manolita, pero se promete terminar el resto, así como Los besos en el pan - esa literatura de urgencia que escribió sobre la crisis de 2008- y esperar al último, que aún no se ha publicado, pero que se publicará, porque Almudena era muy trabajadora, muy hormiguita y muy organizada, y seguro que antes de irse lo dejó todo preparado para que se convirtiera en su obra póstuma.
Recuerda que la vio “en persona” un par de veces: una en su Rota del alma, un verano, cenando ambas en el mismo restaurante, junto a su marido, los dos con camisetas de rayas, como en un anuncio de “Marinero en tierra”, y que le dio vergüenza levantarse y pedirle un autógrafo. Después la vio en un encuentro con lectores, y ahí sí que no tuvo reparo: se levantó la primera para que le dedicara el libro que llevaba, y que conserva como oro en paño.
Ahora ya no está. Pero piensa que le quedan sus artículos en los periódicos, sus entrevistas en la red, sus libros, a los que acude corriendo para saldar deudas. Entonces se alegra de que aún le quede alguno sin leer, porque así puede seguir disfrutando de esa escritura torrencial, sincera y luminosa, como era ella, que se lee casi sin respirar (lo comprueba en La madre de Frankenstein).
También piensa que las imágenes de su entierro, de ese “viudo enamorado” , ya sí “completamente Viernes”, dejando el libro de poemas en su tumba, de sus lectores y lectoras con sus libros en la mano, es de lo más emocionante y sincero que ha visto últimamente. Qué pena, que, parte de lo que vino después, le revolvió las entrañas, aunque de otra manera.
Pero piensa que no importa, porque, sin lugar a dudas, Almudena siempre tendrá una calle, una plaza, una avenida, en su estantería y en su corazón.
Porque eso es lo que era para ella Almudena Grandes. A lo largo de los últimos veinte años, había leído y comprado prácticamente todos sus libros, empezando en 1991 con Las edades de Lulú (todo un acontecimiento literario para la España de la época y para la propia Almudena). Se lo regalaron cuando ganó un concurso de relatos local, y le encantó: literatura erótica… pero algo más. Ahí había filón. Siguió Te llamaré Viernes, que no recuerda que le gustara tanto pero a la que se promete volver tan pronto como pueda. Luego, ya en el verano del 94, apareció Malena, nombre de tango, y verdadera novela fundacional para ella. Recuerda que se la bebió prácticamente en un viaje en autobús a la playa. Por aquel entonces no leía a muchas mujeres, no como ahora, no había tantas que le interesaran; sus referentes, sus intereses, eran otros, y Almudena Grandes se le apareció como una revelación: escribía bien, contaba historias diferentes, y, además, parecía que estaban escritas para ella. Y, por si fuera poco, era guapa, muy simpática y decía cosas interesantes en la tele (inolvidable aquel Un paseo por el tiempo , con Julia Otero y su vestidito rosa, ambas tan jóvenes, tan risueñas – Almudena Grandes se acababa de enamorar, y se le notaba). A partir de entonces, iría desgranando una por una todas sus obras: Modelos de mujer (cómo olvidar uno de sus relatos, “El vocabulario de los balcones” , inspirado en ese poema de tan largo recorrido y que le prestó esa intro tan romántica –“Si alguna vez la vida te maltrata,/ acuérdate de mí, / que no puede cansarse de esperar / aquel que no se cansa de mirarte”), Atlas de geografía humana, Los aires difíciles (ahora se acuerda que la leyó con su hija de pocos meses en brazos y le supo a gloria después de un tiempo de sequía lectora por razones obvias), Castillos de cartón, Estaciones de paso… y El corazón helado, que la volvió a dejar con la boca abierta. Porque aquí, Almudena cambió de tercio y anticipó lo que sería su gran proyecto, como una continuación de su amado Galdós: contar la historia reciente de España en seis Episodios de una guerra interminable (Inés y la alegría, El lector de Julio Verne, Las tres bodas de Manolita, Los pacientes del doctor García, La madre de Frankenstein y Mariano en el Bidasoa). Ella se quedó en Las tres bodas de Manolita, pero se promete terminar el resto, así como Los besos en el pan - esa literatura de urgencia que escribió sobre la crisis de 2008- y esperar al último, que aún no se ha publicado, pero que se publicará, porque Almudena era muy trabajadora, muy hormiguita y muy organizada, y seguro que antes de irse lo dejó todo preparado para que se convirtiera en su obra póstuma.
Recuerda que la vio “en persona” un par de veces: una en su Rota del alma, un verano, cenando ambas en el mismo restaurante, junto a su marido, los dos con camisetas de rayas, como en un anuncio de “Marinero en tierra”, y que le dio vergüenza levantarse y pedirle un autógrafo. Después la vio en un encuentro con lectores, y ahí sí que no tuvo reparo: se levantó la primera para que le dedicara el libro que llevaba, y que conserva como oro en paño.
Ahora ya no está. Pero piensa que le quedan sus artículos en los periódicos, sus entrevistas en la red, sus libros, a los que acude corriendo para saldar deudas. Entonces se alegra de que aún le quede alguno sin leer, porque así puede seguir disfrutando de esa escritura torrencial, sincera y luminosa, como era ella, que se lee casi sin respirar (lo comprueba en La madre de Frankenstein).
También piensa que las imágenes de su entierro, de ese “viudo enamorado” , ya sí “completamente Viernes”, dejando el libro de poemas en su tumba, de sus lectores y lectoras con sus libros en la mano, es de lo más emocionante y sincero que ha visto últimamente. Qué pena, que, parte de lo que vino después, le revolvió las entrañas, aunque de otra manera.
Pero piensa que no importa, porque, sin lugar a dudas, Almudena siempre tendrá una calle, una plaza, una avenida, en su estantería y en su corazón.
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2 años 10 meses antes #137
por Inma
Respuesta de Inma sobre el tema Almudena Grandes (1960-2021)
Algo se muere en el alma cuando un amigo se va. Y nuestros escritores favoritos son nuestros amigos.
Yo no soy tan fan de Almudena como tú, aunque he disfrutado muchísimo con sus obras de juventud. Las últimas me han dado algo de pereza porque la encontraba demasiado monotemática pero ahora que ya sé que no escribirá nada más creo que este verano retomaré la lectura de sus últimas novelas.
Sin duda será recordada como una de nuestras "grandes" escritoras de todos los tiempos. Y por supuesto que merece homenajes, calles, plazoletas y hasta bibliotecas. Ya se cansa una de tanto politiqueo a la hora de homenajear a escritores y artistas, y esto me vale igual para la izquierda y para la derecha, que en este aspecto tanto monta monta tanto el sectarismo de unos y de otros.
Me alegro de que hayas empezado el año con este merecidísimo recuerdo a Almudena. Abrazos virtuales a todos sus lectores, y muy especialmente a ti.
Yo no soy tan fan de Almudena como tú, aunque he disfrutado muchísimo con sus obras de juventud. Las últimas me han dado algo de pereza porque la encontraba demasiado monotemática pero ahora que ya sé que no escribirá nada más creo que este verano retomaré la lectura de sus últimas novelas.
Sin duda será recordada como una de nuestras "grandes" escritoras de todos los tiempos. Y por supuesto que merece homenajes, calles, plazoletas y hasta bibliotecas. Ya se cansa una de tanto politiqueo a la hora de homenajear a escritores y artistas, y esto me vale igual para la izquierda y para la derecha, que en este aspecto tanto monta monta tanto el sectarismo de unos y de otros.
Me alegro de que hayas empezado el año con este merecidísimo recuerdo a Almudena. Abrazos virtuales a todos sus lectores, y muy especialmente a ti.
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