Mientras tanto, Abd el Krim, crecido por sus éxitos y bien armado gracias al rescate obtenido por la liberación de los prisioneros, interpretaba la inactividad militar impuesta por el Gobierno como síntoma de debilidad, por lo que volvió sus ojos hacia Tizzi-Azza, una posición que formaba un saliente que apuntaba hacia Alhucemas pero que podía ser aislada fácilmente. Allí obligó a combatir a los españoles en el terreno y en el momento que él eligió. Hubo una serie de enfrentamientos que culminaron el 5 de junio de 1923 en un sangriento combate, victorioso para los españoles a costa de heroísmo y grandes sacrificios. Esa victoria, que evitó el nuevo desastre que buscaba el caudillo rifeño, se malogró al no explotarse el éxito por falta de decisión política, y tuvieron que pasar cuatro largos y dolorosos años hasta que Primo de Rivera pudiera dar por finalizado el conflicto.